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sábado, 16 de julio de 2011

La vida es 2.0

Cuando hace un par de años hice un curso para aprender a usar el campus virtual de la facultad volví entusiasmado a la cátedra para tratar de implementar su uso en la materia. La herida de la negativa fue sanando con el armado de un campus para un curso de posgrado en el que si pudimos trabajar con los programas y bases de datos y tantas otras cosas disponibles on-line y que irremediablemente se pierden sin una computadora en el aula.
¿Pero porque no hacer lo mismo para el curso de grado? Por otra parte ¿Cuáles son los límites cuando hay otras comisiones de la misma materia? ¿Es lícito subir tareas alternativas a los alumnos propios cuando se trata de mantener una homogeneidad en todas las comisiones?
Yo me limite, me puse en 1.0 e hice, para despuntar el vicio, una pequeña página personal para facilitarles a los alumnos el acceso a mis clases y bibliografía complementaria. La página no era mucho más que un archivador, una de las que se pueden crear con “Google sites”. No permite ninguna respuesta, uno publica y publica y no sabe si alguien lee lo que publica. No es un secreto, está disponible en https://sites.google.com/site/comision22010.
Pero aunque sea sin respuesta uno cree que lo leen y se entusiasma. Y publica bibliografía como para expertos, con la esperanza de que a alguno le sirva, y toca aparte temas históricos y sociales vinculados con lo que se enseña, y de repente surge por ahí un tema musical o un cuento que también viene al caso, o para el día de antes del examen sube también alguna cosa solamente  porque es cómica, porque sí, de modo que lo que uno había pensado como un humilde depósito de power-points se transforma en un ramificado discurso que parte de la materia y llega a cualquier lugar.
Pero siempre sin respuesta.
Pero la vida real es 2.0. La gente interactúa entre si y encuentra el camino para responder. Y así muchas veces cara a cara, por mail o por facebook, se van acercando los alumnos para opinar sobre algo, en general agradeciendo el esfuerzo. Inclusive los de otras comisiones, porque se corre de boca en boca que en una comisión se hace.
Así que a partir de este año pienso preocuparme un poco menos del que dirán y tratar de hacer las cosas de acuerdo a mi mejor parecer, aplicando todo lo aprendido para fortalecer la retroalimentación.
¿Funcionará? ¿Si? ¿No? ¿En cuántos alumnos?
Yo creo cada vez más que cuando se habla de personas los resultados no pueden ser juzgados solamente en término de números: ¿Cuánto vale que aunque sea algunos pocos lo aprovechen? Y traigo en mi apoyo la bellísima imagen del profeta Abraham regateando tan orientalmente con su propio Dios sobre el número justo de justos para salvar Sodoma.
Hay una frase execrable que para mí es un resumen del mal: “Miente, miente que algo quedará”. Cómo no tener entonces fe en que tampoco lo bueno pasará sin dejar huella.

domingo, 10 de julio de 2011

La periferia del contenido

No todos somos licenciados en educación, pero al menos todos somos docentes. Entonces más o menos cuando nos piden una opinión del tema zafamos. Así como un camionero puede opinar sobre su camión sin ser ingeniero, de tanto manejarlo nomás.
¿Pero cuál es la situación de nuestros alumnos ante los temas que tocamos en nuestras materias? Temas de los que saben poco o nada. Temas, muchas veces muy poco propensos a una segunda opinión, como lo es el Kps del sulfuro de mercurio. ¿Cómo analiza Usted un agua? Se analiza así, porque lo dice el código ¡Y a callar! Cómo decía Gila, todavía en tiempos de Franco.
¿Cómo tejer entonces una red de opinión, con esta lana tan dura como el alambre?
Mi propuesta pasa por la periferia del contenido. Barrios suburbanos que quedan separados por una General Paz de los contenidos que estrictamente tenemos que tratar, y que tienen tanta o más importancia, como San Isidro, siguiendo con esta innecesaria y estúpida metáfora.
No podemos opinar sobre cómo se analiza un agua, porque ya está establecido. Pero...¿Tenemos que pagar por un servicio de agua potable? ¿Estatal o privado? ¿Y si no pudiéramos? ¿Y en todo el país tenemos un servicio de agua potable?
En todos los temas hay ejemplos. Si hablamos de Higiene y Seguridad en el Trabajo el tema también queda resuelto con mirar la ley. ¿Pero qué podemos decir del trabajo esclavo? El del tiempo de los faraones, el del tiempo de Mark Twain y el de nuestro tiempo. ¿Y de los acuerdos de la Organización Mundial de Comercio? ¿Vale la pena la libertad de comercio con distinta legislación laboral? ¿Son tan distintas las condiciones de trabajo en que se elabora en algún barrio de Buenos Aires la famosa zapatilla trucha de La Salada y en algún país de Asia la ostentosa zapatilla original del shopping?
Lógicamente ahora nos metimos con temas opinables y por lo tanto tampoco nuestra opinión será una palabra final. Pero creo que se podría orientar un debate, manteniendo el sesgo humanista que considero debería transmitir la Universidad, sobre temas que necesariamente dejamos de lado y sobre los que también el futuro profesional podría ser a veces consultado. Y sobre los que sí seguramente debería tener una opinión formada.

miércoles, 29 de junio de 2011

¿Y cuando el alumno no es usuario?

Nos decidimos e incorporamos nuevas tecnologías, por ejemplo, para la realización de un taller sobre Higiene de Alimentos y Medicamentos. Y como no tenemos Campus Virtual abrimos un grupo en Facebook para que los alumnos puedan debatir sobre los casos que les tocaron.
Con sorpresa observamos que solo algo así como un tercio de la comisión se suma al grupo.
Cuando en la siguiente clase indagamos el por qué, nos desayunamos que dos tercios de los alumnos de la clase no tienen Facebook ni, por lo tanto, saben usarlo.
¿Y ahora?