¿Aprendimos finalmente a buscar?
Y no, no creo que podamos decir eso. Ya que más o menos ya sabíamos hacer algo.
¿Mejoramos entonces? No, no sé si tampoco esa es la respuesta, antes muchas veces no me salían las cosas a la primera y ahora tampoco me salen.
A mi me parece que lo rescatable es que por primera vez fui consciente de la búsqueda que realizo. Conozco mejor las limitaciones de mi buscador y las alternativas posibles. Eso no necesariamente será un obstáculo para que lo siga usando.
Mi imagen previa de la búsqueda en Internet es que es algo que uno hace mecánicamente, con el cerebelo. Búsqueda sencilla, Google derecho, algo más especial, cada uno de acuerdo a su área sabrá donde meterse.
Pero esta actividad mecánica es algo que tiene un valor agregado del que, al menos yo, no era tan consciente.
Para muchos, pero sobre todo indiscutiblemente para el alumno, este saber que manejamos puede hacer una interesante diferencia.
Recuerdo un viejo sketch de la televisión de mi infancia. Dos seres abandonados, ambos llamados Juan, compartían un desconocimiento total de todo. Uno de ellos, el inolvidable Ulises Dumont se acercaba al otro y con la halagüeña introducción “Juan, vos que sabes de todo…” le espetaba sus terribles y sencillas preguntas sobre los más diversos temas. El otro Juan, para no desencantarlo, daba su explicación desde la misma ignorancia compartida, siempre segura, pero invariablemente errada y desopilante.
Nosotros hacemos equipos de inexpertos y les encargamos la búsqueda de la información sobre distintos temas, pero no les damos las herramientas de búsqueda porque suponemos que son conocidas.
Sinceramente y a pesar de compartir la utilidad que tendrían, algunas de las propuestas que a veces uno escucha para su práctica docente están pintadas con el deslumbrante color de la utopía. Por poner un ejemplo, no puedo poner a mis alumnos, neófitos en el tema, a que armen un video sobre una materia de grado que tiene 32 horas de duración. Sí en cambio podría orientarlos con algunas actividades sencillas en el mejor modo de realizar una búsqueda bibliográfica, con el valor agregado que puede transformarse en una actividad acumulativa si entre varias materias tomáramos eso como objetivo.
¿Y que hacemos? ¿Les decimos directamente dónde buscar? En la bibliografía se plantea la existencia de cuatro pasos en la búsqueda de la solución de un problema. Dejar que los alumnos ejecuten su plan y ayudarlos en la mirada retrospectiva para mejorar su producción puede ser una alternativa interesante para que mejoren sus búsquedas.
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